Aunque admite que los humanos están experimentando la mayor incidencia de enfermedad y que miles de productos químicos son utilizados en la producción de alimentos, la Organización Mundial de la Salud dice que hay muy poca evidencia de que la salud humana se ha visto negativamente afectada por la abundancia de productos químicos en alimentos y otros productos.
POR LUIS MIRANDA | THE REAL AGENDA | FEBRERO 25, 2013
Hay dos hechos que son indiscutibles en lo que respecta a la salud humana. En primer lugar, a pesar de los grandes avances en la ciencia y la tecnología, los humanos son seres más enfermos hoy en día, tanto mental como físicamente si se compara con hace medio siglo. Peor aún, la incidencia de enfermedades anteriormente desconocidas o inexistentes ha crecido de manera exponencial debido a razones “inexplicables”.
En segundo lugar, aquellos con la responsabilidad de velar por la seguridad de los procesos de producción y los productos que son producidos en masa para el consumo humano, han fallado al no apuntar los peligros y los efectos secundarios de miles de sustancias químicas utilizadas en la fabricación de productos industriales.
La razón del fracaso para proteger adecuadamente la salud humana y el medio ambiente de los productos químicos tóxicos es variable, y tiene que ser investigado caso por caso, pero en general ocurrió ya sea por falta de conocimiento o porque quienes debían cuidar de nuestra seguridad alimenticia pasaron por alto evidencia clara de que ciertos productos químicos representaban una amenaza directa para la humanidad y el medio ambiente. Tres ejemplos de ello: el DDT, el flúor en el agua, el mercurio en las vacunas, pesticidas y herbicidas.
En 2013, 41 años después de su creación, la Organización Mundial de la Salud decidió finalmente publicar un documento en el que expresa su preocupación por los efectos adversos que los productos químicos tóxicos pueden tener en los seres humanos, específicamente en el sistema endocrino. El documento de la OMS titulado Evaluación Mundial del Estado-de-la-Ciencia de los Disruptores Endocrinos, explica lo que millones de personas en todo el mundo, y miles de profesionales de la salud han advertido desde hace muchos años: sustancias químicas en los alimentos que comemos, el agua que bebemos y otros productos utilizados en los procesos industriales perjudican gravemente la salud humana y contaminan el medio ambiente.
Lamentablemente, el informe comienza por restar importancia al papel de los productos químicos industriales en la aparición exponencial de enfermedades en humanos. La OMS menciona como conclusión final del estudio que “si bien es evidente que ciertos productos químicos ambientales pueden interferir con los procesos normales hormonales, hay pocas pruebas de que la salud humana se ha visto negativamente afectada por la exposición a esas sustancias químicas.”
Como muchas otras organizaciones mundiales que no rinden cuentas a nadie, por mucho tiempo la OMS se negó a estudiar la evidencia recopilada de manera independiente que mostró el estado preocupante de la intoxicación de los seres humanos y el medio ambiente debido a la producción y consumo de productos supuestamente alimenticios. Aún peor, la OMS siempre negó que esos ingredientes químicos fueran responsables de enfermedades anteriormente desconocidas.
Tomó 16 años para que la OMS aceptara y pusiera en práctica el asesoramiento prestado por varios grupos de salud sobre el grave problema en la manufactura de los alimentos, así como la manera en que productos químicos tóxicos son utilizados en la producción de los alimentos que son ingeridos por billones de personas en todo el mundo.
En 1997, el Foro Intergubernamental sobre Seguridad Química y los Líderes Amientales que estudian los disruptores endocrinos (CDE), el Programa Internacional sobre Seguridad Química (IPCS), un programa conjunto de la OMS, el PNUMA y la Organización Internacional del Trabajo, iniciaron la preparación del informe publicado en 2013.
Junto con su conclusión general de que el panel de científicos no encontró suficientes pruebas de que los químicos tóxicos son responsables por la ola de enfermedades en humanos y animales –a pesar de toda la evidencia que existe– el informe de la OMS destaca un poco más de una docena de señales de que los seres humanos, los animales y el medio ambiente en su conjunto pueden estar experimentando las consecuencias de una intoxicación sistemática.
Después de explicar que la vida en la Tierra depende de su capacidad de reproducirse y desarrollarse normalmente, el informe de la OMS explica que: hay una alta incidencia y una tendencia creciente de trastornos relacionados del sistema endocrino de los seres humanos, que hay observaciones relacionadas con los efectos en el sistema endocrino en las poblaciones de fauna silvestre, y que hay pruebas suficientes de que los productos químicos a los que todo el mundo está expuesto tienen la capacidad de afectar el sistema endocrino de formas que se han comprobado en estudios de laboratorio. Sorprendentemente, la OMS admite que hay más pruebas que sugieren que los productos químicos tóxicos causan trastornos endocrinos en los animales que en los seres humanos.
Figura 2. Visión general del sistema endocrino. Obtenido del informe de la OMS “El Estado de la Ciencia de los Disruptores Endocrinos”. 2013.
El informe encontró que enfermedades y trastornos endocrinos van en aumento, especialmente en los hombres jóvenes. Se relata que en algunos países, hasta el 40% de los hombres jóvenes muestran baja calidad del semen, lo que se traduce en la imposibilidad de tener hijos. Además de la infertilidad, el informe llama la atención sobre la incidencia de malformaciones genitales, resultados adversos en los embarazos, trastornos neuroconductuales asociados con trastorno de tiroides, un incremento inexplicable en los cánceres relacionados con el sistema endocrino, que incluyen mama, endometrio, ovario, próstata, testículos y tiroides, desarrollo prematuro de los senos en las niñas y la prevalencia de la obesidad y la diabetes tipo 2, que aumentó exponencialmente en todo el mundo durante los últimos 40 años.
El informe de la Organización Mundial de la Salud destaca unos 800 productos químicos que se han confirmado o que son sospechosos de interferir con los receptores de hormonas, la síntesis hormonal o la conversión, y que sólo una pequeña cantidad de estos químicos han sido adecuadamente estudiada para determinar sus efectos negativos sobre los organismos. Es decir, los guardianes de la salud –tanto a nivel nacional como internacional– tradicionalmente fallaron en su tarea de investigar y determinar la existencia de amenazas potenciales o demostradas que los productos químicos tóxicos que se utilizan en la fabricación de alimentos presentan a los seres humanos y otras formas de vida. “La gran mayoría de los productos químicos de uso comercial actual no se han evaluado en absoluto”, admite el estudio.
Como muchas observaciones independientes han advertido previamente, los seres humanos y toda la vida en este planeta están continuamente expuestos a productos químicos disruptores endocrinos (EDC), que tradicionalmente se producen en niveles bajos pero permanentes. El informe de la OMS confirma este hecho diciendo que la evidencia muestra que los seres humanos y la vida silvestre están más expuestos a los EDCs que a los llamados contaminantes orgánicos persistentes. El informe también confirma que los alimentos y el agua potable son dos contribuyentes principales de la intoxicación humana y animal y que la lista de los elementos que lo envenenan todo es larga.
“Los niños pueden tener una mayor exposición a los productos químicos en comparación con los adultos. Por ejemplo, a través del contacto de sus manos con la boca y a su mayor tasa metabólica. La rapidez con que los aumentos en la incidencia de la enfermedad se han producido en las últimas décadas, descarta factores genéticos como la única explicación plausible.“
Figura 3. Etapas sensibles del desarrollo. Cada tejido tiene una etapa específica durante el desarrollo cuando se está formando. Obtenido del informe de la OMS “Estado de la Ciencia de los Disruptores Endocrinos”. 2013.
La declaración anterior es evidencia irrefutable de que la mayoría, si no todas las enfermedades de supuesta transmisión genética, no son realmente transmitidas a los humanos por parte de sus progenitores, sino por su exposición a los productos químicos creados o utilizados durante la producción de alimentos y otros productos. En el informe se detalla que los productos químicos como el DDT, los PCBs, dietilestilbestrol (DES) y éteres de difenilo polibromado (PBDE), de uso frecuente en los pesticidas y herbicidas, o para controlar la reproducción de plagas, son los culpables del cáncer de mama, cáncer de próstata, y del no desarrollo de los testículos en humanos.
¿Cómo puede entonces la OMS decir que la evidencia es débil cuando se habla de la relación entre los productos químicos tóxicos y las enfermedades de propagación masiva?
La evaluación de los disruptores endocrinos aclara que gran parte del daño causado por los productos químicos tóxicos ocurre durante el embarazo o temprano en la vida humana. “Numerosos estudios de laboratorio apoyan la idea de que la exposición a sustancias químicas contribuyen a los trastornos endocrinos en los seres humanos y la vida silvestre”.
Una vez más, ¿dónde está el eslabón débil, entonces?
“Exposiciones durante el desarrollo pueden causar cambios que, aunque no es evidente que se transformen en defectos de nacimiento, pueden inducir trastornos permanentes que conduzcan a una mayor incidencia de enfermedades durante toda la vida.
Estos descubrimientos sobre el daño causado por los disruptores endocrinos en los animales tienen un impacto en la práctica actual en los ensayos toxicológicos y de detección. En lugar de solamente estudiar los efectos de la exposición en la edad adulta, los efectos de la exposición durante etapas sensibles en el desarrollo fetal, la vida perinatal, la niñez y la pubertad requieren un examen cuidadoso. ”
El informe de la OMS reconoce abiertamente que las organizaciones que se supone deben estar alerta sobre los efectos adversos de los venenos utilizados en el proceso de fabricación industrial han fracasado una y otra vez. “Ha habido un fracaso al abordar y estudiar adecuadamente las causas de las enfermedades y trastornos endocrinas.”
¿Hay espacio aquí para un proceso judicial?
De acuerdo con la OMS, el riesgo de enfermedad inducida por los disruptores endocrinos pueden haber sido significativamente subestimados. Es decir, los médicos y otros profesionales de la salud que hasta hoy siguen las enseñanzas de la medicina moderna como base para diagnosticar enfermedades sin tener en cuenta –a veces a propósito– las pruebas presentadas por muchos estudios sobre los efectos adversos de los EDCs, también son culpables de la ola de enfermedades “desconocidas” o trastornos “incurables”.
“Sabemos que los seres humanos y animales son expuestos de forma simultánea a muchos EDCs, por lo que la medición de la relación entre la exposición a mezclas de EDCs y la aparción de enfermedades o disfunciones es fisiológicamente más relevante. Además, es probable que la exposición a un solo EDC puede causar síndromes o enfermedades múltiples, un área que no ha sido suficientemente estudiado,” dice el reporte.
¿Por qué no? Ciertamente, no por falta de financiación. Lo que si es patente, es el desinterés de parte de los grandes conglomerados farmacéuticos que llevan a cabo sus propios estudios con el único propósito de demostrar si un producto es eficaz, pero no para determinar su seguridad o los efectos adversos a largo plazo en los seres humanos. Lo mismo es cierto para las empresas como Monsanto, DuPont, Syngenta y otros que se jactan de sus descubrimientos tecnológicos a pesar de que muchas de las pruebas independientes demuestran, más allá de toda duda razonable que, sus organismos genéticamente modificados, herbicidas y pesticidas están matando a gente de todo el mundo.
A pesar de la creciente evidencia presentada en su propio estudio, la incidencia de enfermedad en los últimos 50 años y las tendencias de crecimiento que muestran cómo los EDCs están cada vez más involucrados en la causa de los efectos adversos sobre las poblaciones humanas, la OMS aún limita la relación entre los EDCs y las enfermedades a una cuestión de asociación, en vez de ir más allá y decir que es una cuestión de causa y efecto. El informe dice que los estudios en humanos pueden mostrar sólo las asociaciones. ¿Pero qué sucede cuando estas asociaciones siguen apareciendo, estudio tras estudio? ¿Eso no constituye una relación clara de causa y efecto?
Hoy día la mayoría de los principales estudios financiados por las corporaciones o el gobierno investigan los adecuadamente los efectos que los EDCs tienen en la salud humana y el ambiente, ya que se llevan a cabo con un número muy reducido de personas y por un período muy corto de tiempo. Entonces, la OMS alega que los resultados no van más allá de relaciones casuales que no ofrecen suficiente evidencia para plantear una relación de causa y efecto. Esto es así porque a pesar de la creciente evidencia, la mayoría de las pruebas no están diseñadas para mostrar la relación de causa-efecto, lo que de inmediato les invalida, según la OMS, como prueba o evidencia confiable de que los productos químicos tóxicos son los causantes de enfermedades en las personas y la contaminación del medio ambiente.
El informe señala correctamente que está habiendo un cambio en la forma de determinar las asociaciones entre EDCs y enfermedades en la manera en que se realizan los estudios de causa-efecto. De esta manera, las pruebas de los vínculos de causa-efecto son el camino a seguir a fin de establecer lo que se considera como evidencia sólida de que los productos químicos tóxicos causan enfermedades endocrinas.
Pero la OMS sigue sin reconocer lo que muchos estudios han determinado: que los efectos adversos de la exposición temprana y continua a productos químicos tóxicos sólo se detectan tarde en la vida. Estos efectos, como se ha explicado antes, son usualmente mal diagnosticados por la mayoría de los médicos, que por lo general dicen a sus pacientes que el origen de su enfermedad es aún desconocido y que no hay manera de tratar las causas; sólo los síntomas. En este punto, los pacientes son básicamente condenados a tomar medicamentos farmacéuticas por el resto de sus vidas, los que eventualmente terminan enfermándolos aún más, ya que ellos tienen su propia lista de efectos adversos.
Por lo tanto, la perspectiva del estado de salud de las personas hoy en día es igual de malo en dos frentes diferentes. La gente se enferma y usualmente muere como consecuencia de la prolongada exposición a productos químicos tóxicos utilizados en el proceso de producción de alimentos o en la comida en sí, o se enferman y mueren al intentar “curar” sus enfermedades con productos farmacéuticos industrializados cuyos propios efectos secundarios son tan mortales como los de los productos químicos de los cuales la gente está tratando de deshacerse. De cualquier manera, las personas mueren de forma lenta y dolorosa.
Entonces, ¿qué sigue? ¿Qué hay que hacer para poner fin a este círculo vicioso de enfermedad? Pueden estudios de largo plazo ser la solución? Creo que es demasiado poco y demasiado tarde para eso. Espera 10 o 20 años para ver el resultado de pruebas a largo plazo no es algo que mucha gente puede permitirse en estos momentos. Eso no significa que esos estudios no se deben hacer. Pero una solución más inmediata implica que la gente necesita encontrar soluciones por sí mismos.
Ahora que la Organización Mundial de la Salud finalmente confesó que no han hecho su trabajo para proteger a las personas de los efectos adversos de sustancias peligrosas, sino todo lo contrario, la gente necesita entender que su nutrición es su responsabilidad. Siempre ha sido así y siempre lo será. Por último, las organizaciones que se supone son responsables por mantenernos a salvo de los peligros de los productos químicos tóxicos, deben dejar de hablar y deben comenzar a actuar.
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